Imagina una gran orquesta sinfónica. Donde cada músico es un experto en su instrumento y cada nota está perfectamente escrita en la partitura. Pero, sin una dirección clara y sin la coordinación adecuada entre todos los miembros, incluso los mejores músicos no podrían crear la sinfonía que todos esperan. De la misma forma, en el ámbito empresarial, la relación entre cultura y estrategia es como la relación entre los músicos y la obra musical: solo cuando están en perfecta sintonía pueden crear armonía y alcanzar el éxito.
Peter Drucker, una leyenda en la gestión empresarial, tiene una cita que lo expresa claramente: “La cultura come estrategia en el desayuno”. Esta frase nos recuerda que, si bien la estrategia define la dirección, es la cultura la que determina si esa estrategia prosperará. En las siguientes líneas, exploraremos cómo estos dos pilares fundamentales no solo deben coexistir, sino también complementarse para que la organización alcance el éxito a largo plazo.
“La cultura come estrategia en el desayuno”. Peter Drucker
Edgar Schein, uno de los principales teóricos y referentes de la cultura organizacional, la define como “un patrón de supuestos básicos compartidos que el grupo ha aprendido a medida que resuelve sus problemas de adaptación externa e integración interna”. En términos más simples, Schein nos dice que la cultura organizacional se forma a partir de las soluciones que un grupo de personas encuentra para enfrentarse a los desafíos externos y a la forma en que trabajan juntos internamente. Con el tiempo, estas soluciones se convierten en hábitos o patrones de comportamiento que todos en la organización adoptan. Estos patrones se establecen como “supuestos básicos” que orientan la manera en que las personas en la organización piensan, sienten y actúan. Además, se transmiten de generación en generación, lo que permite mantener la coherencia en la forma en que la organización opera y se percibe a sí misma.
Así, la cultura organizacional define cómo los empleados interactúan entre sí y toman decisiones, con un impacto profundo en todos los aspectos del funcionamiento de la empresa. No es tangible, pero se percibe en cada rincón de la organización. Además, la cultura no se construye de la noche a la mañana ni a través de simples declaraciones; se forja mediante acciones consistentes, lideradas desde la alta dirección, que refuerzan los valores que la organización desea ver reflejados en sus equipos. Aquí, los líderes desempeñan un papel fundamental como guardianes de la cultura, para que cada decisión y comportamiento se alinee con los principios fundamentales de la empresa.
Entonces, mientras que la cultura es el alma de la organización, la estrategia es el plan que guía sus pasos hacia el futuro. Diseñar una estrategia clara y efectiva es clave para cualquier empresa que busque mantenerse competitiva a largo plazo. Sin embargo, una estrategia, por más brillante que sea, está destinada al fracaso si no se implementa en un entorno cultural que la sostenga.
Según un estudio de Harvard Business Review, el 70% de las estrategias fracasan no porque estén mal diseñadas, sino porque no son ejecutadas correctamente. Esto recalca la importancia de una cultura que impulse y respalde la estrategia, y que haga que los colaboradores comprendan y se comprometan con los objetivos establecidos.
El reto: Identificar y gestionar las competencias que llevarán al éxito
Los inductores de competencias representan los conocimientos, habilidades y actitudes que se traducen en comportamientos vinculados al éxito de la estrategia. Su identificación permite que la cultura y la estrategia se fortalezcan mutuamente, lo que incrementa las probabilidades de alcanzar los objetivos estratégicos de la organización.
Una herramienta útil para gestionar estos comportamientos es el diccionario de competencias. Este recurso define las competencias clave necesarias para el éxito en una organización y describe los comportamientos observables que las representan. Al traducir la estrategia y la cultura organizacional en acciones concretas, el diccionario de competencias orienta el comportamiento de los colaboradores hacia la cultura deseada y asegura que estos comportamientos estén alineados con los objetivos estratégicos.
Cuando las competencias se definen claramente y están alineadas con la cultura deseada, se establece un estándar de comportamiento esperado. Esto ayuda a crear una cultura de alto rendimiento, donde todos los empleados saben lo que se espera de ellos y pueden trabajar para mejorar en las áreas que son cruciales para el éxito de la organización.
La gestión del desempeño representa otra herramienta para este propósito, ya que este proceso no solo establece objetivos de producción o ventas alineados con la estrategia, sino que también contribuye a la consolidación de la cultura organizacional. Al incluir la evaluación de comportamientos en los sistemas de desempeño, los líderes pueden reforzar los valores culturales que se desean promover.
Por ejemplo, si la colaboración es un valor central en la cultura de la organización, este comportamiento debe ser explícitamente evaluado y recompensado. De esta manera, los empleados comprenden que su desempeño no se mide solo por los resultados cuantitativos, sino también por cómo alcanzan esos resultados. Este enfoque fortalece tanto la estrategia como la cultura, y crea un círculo virtuoso donde ambos elementos se refuerzan mutuamente.
Juntos, hasta el final…
Cultura y estrategia no son entidades aisladas. Forman un dúo que, al alinearse correctamente, transforma una organización. Como en un matrimonio exitoso, la clave reside en el compromiso constante, la adaptación mutua y la comunicación abierta. Los líderes deben garantizar que ambos aspectos permanezcan en sintonía, y que sus esfuerzos converjan para superar los desafíos y alcanzar el éxito.
Este compromiso, basado en la alineación entre cultura y estrategia, es lo que permitirá a la organización no solo sobrevivir, sino prosperar a largo plazo. Como en cualquier relación exitosa, mantener la coherencia y la alineación entre estos dos pilares es un proceso continuo que requiere dedicación y liderazgo eficaz. Al hacerlo, se asegura que la organización no solo navegue los desafíos inmediatos, sino que también se posicione para un crecimiento y un éxito sostenibles.
En HRB, estamos aquí para ayudarte a recorrer este camino. Podemos apoyarte en el proceso de alineación, identificando y estableciendo la cultura deseada, desarrollando el diccionario de competencias, estableciendo el modelo de liderazgo adecuado y seleccionando a las personas que no solo acompañen los objetivos estratégicos, sino que también se alineen con la cultura organizacional que aspiras construir. Contáctanos para comenzar a transformar tu organización y asegurar su éxito a largo plazo.